(Foto: J. Daniel Díaz)

Tras varios días en los que los coruñeses hemos estado medio embobados alucinando con el superyate A, atracado en el muelle de Calvo Sotelo (prometo entrada a respecto), este miércoles hemos vuelto a la realidad  recibiendo a un barco «de los de verdad», o lo que es lo mismo un barco con apariencia de barco. Un navío de los de antes que además de ser uno de los más bellos ejemplares de buque de cruceros que sigue surcando los océanos es un auténtico pedacito de historia flotante. Todo eso es el Marco Polo.

A primera hora de la mañana del pasado miércoles el clásico Marco Polo  (al fondo) atracaba en el muelle de trasatlánticos ante la atenta mirada del hiperrevolucionario megayate A.
(Foto: Manuel Candal)

Procedente del puerto británico de Bristol Avonmouth, que es su base de cruceros por el Atlántico, el veteranísimo navío propiedad de Global Maritime Group y explotado bajo régimen de chárter por Cruise & Maritime Voyages, llegó a A Coruña poco antes de las ocho de la mañana atracando en el habitual amarre del muelle de trasatlánticos. A bordo del Marco Polo unos 700 pasajeros británicos que estos días realizan una travesía de dos semanas de duración con salida y llegada desde el mencionado puerto inglés y que tras la escala en tierras gallegas realizará paradas en Gibraltar, Arrecife, Sta. Cruz de Tenerife, Sta. Cruz de La Palma, Funchal y Lisboa.

(Foto: J. Daniel Díaz)

A sus 51 espléndidos años el Marco Polo es toda una leyenda viva dentro del mundo naval pero hay una palabra que lo define todavía mejor: superviviente. Y es que en un mercado dominado por los grandes mega-resorts flotantes de última generación que ofrecen mil y una opciones de ocio a bordo e infinidad de alojamientos con su correspondiente balcón privado, este veterano sigue resistiendo la feroz competencia quizás porque a base de aguantar los embates de la nueva generación de buques que año tras año surgen de los astilleros se ha quedado precisamente sin competencia, porque ya nadie (o casi nadie) ofrece una experiencia marítima como la que viven todos aquellos que realizan una singladura a bordo del Marco Polo. Donde en otros la esencia de la navegación ha quedado relegada a un segundo plano en nuestro protagonista de hoy ésta sigue siendo la verdadera razón de ser del viaje: la simple y más pura experiencia de la navegación de placer, algo que es posible gracias a las extraordinarias cualidades marineras que demuestra el navío en todos sus vaje.

Da igual el ángulo desde donde se le fotografíe: El Marco Polo es bonito se mire por donde se mire.
(Foto: J. Daniel Díaz)

Y es que flotar flotan todos los barcos pero el modo de comportarse mientras navegan .. eso ya es otro cantar. Concebido en origen para realizar rutas trasatlánticas entre la U.R.S.S. y Canadá el Marco Polo fue construído para enfrentarse al indómito Atlántico Norte, un oponente que muy raras veces muestra su cara amable, por lo que en este aspecto parte con ventaja respecto a los modernos cruceros, que no demuestran tanta pericia  cuando las condiciones de navegación se ponen difíciles. Buena parte de esas estupendas cualidades marineras se las debe a su calado de 8´17 metros, una cifra significativamente alta si la comparamos con buques de cruceros actuales de similar tamaño, como un Braemar (5´4 metros de calado) o un Silver Whisper (6 metros). Para encontrar calados similares nos tendríamos que ir  a naves como el Grand Princess (8 metros) cuyo tamaño es cinco veces mayor en volumen que nuestro protagonista de hoy.

Una imagen vale más que mil palabras: Pese a la evidente diferencia de tamaño, el Britannia (izquierda) apenas tiene  18 centímetros más de calado que el Marco Polo (derecha).
(Foto: Karen Bradbury)

Sé que lo que voy a decir no es muy politicamente correcto y que si me lee alguno de los pasajeros que van a bordo me dedicarán alguna que otra palabra gruesa pero siempre que se aproxima la fecha en la que el Marco Polo visita la ciudad estoy deseando que lo haga con algún episodio de mala mar, algo que sin comprometer la seguridad de los que viajan en su interior (por supuesto) nos permita ver como se defiende este mito naval en unas condiciones en las que se encuentra como pez en el agua (valga la redundancia…). Si alguno de los que están leyendo ésto tienen la oportunidad de verlo en acción en condiciones meteorológicas adversas no se lo pierdan porque es puro espectáculo y la prueba irrebatible de que la diferencia entre estos barcos clásicos y los modernos cruceros va más allá de la mera cuestión estética.

(Foto: J. Daniel Díaz)

Lamentablemente, aunque los pasajeros dirán que afortunadamente, la salida del Marco Polo de la ciudad el pasado miércoles se realizó con un mar calmo como bien atestiguan las bonitas fotos que ilustran
esta entrada a cargo de mi colega J. Daniel Díaz, al que desde aquí agradezco su
desinteresada colaboración. Tras permanecer atracado por espacio de ocho horas a las cuatro de la tarde el buque partió rumbo al peñón de Gibraltar, donde arribó en la mañana de hoy. A este viejo rockero de los mares le queda pendiente todavía una escala en nuestra ciudad antes de finalizar el año; será en una fecha muy especial, el día de Nochebuena, todo un regalo de Navidad anticipado para los shipspotters coruñeses.

El día de Nochebuena y salvo cambios de última hora volveremos a ver al Marco Polo en A Coruña.
(Foto: J. Daniel Díaz)

Agradecer también a Manuel Candal la preciosa foto prestada del atraque del Marco Polo.