(Foto: Manuel Candal)

Es un acontecimiento memorable. Un evento único que de vez en cuando tiene a bien realizar una parada por tierras gallegas para el disfrute de aquellos que amamos todo lo relativo al mundo marítimo y naval. La Tall Ships Races, la conocida anteriormente como regata Cutty Sark hasta que en el año 2002 la marca de bebida dejó de patrocinarla, volvió a envolver la ciudad de A Coruña de un ambiente indescriptible. En su edición de 2012 la regata de grandes veleros más famosa del mundo volvió a tener como sede la ciudad herculina en lo que supone la octava vez que este evento se disputa en nuestra bahía (la última fue en 2006).

Las velas volvieron a lucir en A Coruña.

Durante los días previos al comienzo oficial del evento fueron llegando sus protagonistas para de forma escalonada ir ocupando sus amarres asignados hasta formar una flota de 47 embarcaciones procedentes de 18 países distintos con una dotación conjunta de unos 4.000 tripulantes. Averiguar el número de nacionalidades distintas que pasaron esos días por los muelles para ver el espectáculo de los grandes del mar ya es otro cantar; las estimaciones previas hablaban de unas 600.000 personas a lo largo de los tres días pero tras la regata algunas fuentes señalaron cifras superiores al millón de visitantes, si bien otras rebajan el guarismo a la mitad. Baile de números aparte lo que no hay duda es que la presencia de la Tall Ships Races 2012 se ha convertido en el evento deportivo más visto en la historia de la ciudad.

Entre esas 47 joyas que nos visitaron había verdaderos tesoros, como es el caso del Moosk, el
más longevo de todos los que se dieron cita en A Coruña (fue construido
en 1906), la bellísima goleta belga Rupel, el polaco Dar Szczecina o el queche holandés Urania por poner sólo unos pocos ejemplos entre las embarcaciones más pequeñas aunque, como es normal, los grandes acapararon casi todas las miradas…

Arriba: El pequeño Moosk, el integrante más longevo de la flota de la regata fue construido en 1906.

Abajo: Otra pequeña joya, la goleta belga Rupel


…Es el caso del
majestuoso Dar Mlodziezy, de bandera polaca y que no suele
faltar a estas citas desde su botadura en el año 1982. De hecho en la
cubierta
podía verse una enorme fotografía del navío que conmemoraba los 30 años de
vida
comercial que cumple en este 2012. Este velero es uno de lo más grandes
del mundo con sus 109 metros de eslora
y desde su botadura es propiedad de la Academia Marítima de Gdynia que
utiliza esta bellísima nave para el adiestramiento de jóvenes que se
convertirán en
futuros oficiales de la marina mercante polaca, no obstante su nombre es todo
un guiño a su labor; Dar Mlodziezy significa “el don de la juventud”.

Mil y un detalles para fotografiar a bordo de estas bellísima naves, como por ejemplo 
la rueda del timón (arriba) y un bote salvavidas (abajo) del Dar Mlodziezy.

Amarrado a proa del Dar Mlodziezy se encontraba otro gigante de los mares
como es el Mir de bandera rusa y su amarre no era casual puesto que ambos
buques, pese a no pertenecer al mismo país son gemelos. Tras la construcción
del Dar Mlodziezy en los astilleros Lenin de Gdansk (Polonia), la ya extinta U.R.S.S. encargó un
total de 5 buques con un diseño similar a éste; fueron por orden de entrega el Druzhba, el Khersones, el Mir, el Nadezhda y
el Pallada. Este enorme velero, cuyo nombre significa «paz» en castellano, alberga
normalmente a una dotación de 200 personas pero gracias a su alto nivel de
automatización bastan 30 para hacerlo navegar.

El mascarón de proa del Danmark «vigila» a los gemelos gigantes Mir y
 Dar Mlodziezy.

El amarre algo escondido, sobre todo de las embarcaciones más pequeñas hizo que alguno de estos tesoros flotantes pasase algo desapercibido a los ojos de los miles de curiosos que se congregaron en los muelles. Es el caso del Jolie
Brise
, un cúter de vela cangreja construido en Francia en 1913 (una de las embarcaciones más longevas
en participar este año en la Tall Ships Races) ganador de la mítica regata
Fastnet Race tres veces durante los años 20, algo que a día de hoy nadie ha
logrado igualar. Además el Jolie Brise es el actual defensor del título en la
regata de grandes veleros, tanto de su categoría como de la general.

El Jolie Brise durante una de las muchas regatas en las que suele tomar
 parte. Al fondo se puede ver a otro de los históricos en ésto de la vela, 
el buque noruego Sorlandet.
(Foto: Emmanuel Le Clercq)

Y es que pese a su carácter no competitivo la Tall Ships
Races
tiene ganadores; no se trata de la nave más rápida ni de la que llega
antes a un determinado puerto. Esta regata premia otros valores:
El objetivo de la misma es promover la amistad internacional y la formación de los jóvenes en el arte de la navegación, de hecho uno de los requisitos es que más de la mitad de la tripulación de cada barco participante en la regata esté integrada por jóvenes

El velero ruso Mir.

Cuando la marca de whisky Cutty Sark comenzó a patrocinar la regata en el año 1973 se creó un nuevo trofeo que recompensa al navío que, en
opinión de todos los capitanes de la flota, haya desarrollado en mayor
medida la hermandad y compresión entre los pueblos. Este trofeo ha
continuado hasta nuestros días bajo el nombre de Sail Training International Friendship Trophy. Competitividad cero; por eso esta regata es tan especial, por
eso es única.

El buque escuela mexicano Cuauhtemoc abandonando la ciudad.

Y si los veleros participantes en ella a la vista impresionan, conocer
la historia de algunas de estas joyas navales merece toda nuestra admiración. Es el
caso del inglés Lord Nelson, que junto a su casi gemelo Tenacious (no
presente en A Coruña) son los únicos grandes veleros del mundo adaptados para
ser tripulados por personas con alguna discapacidad física. De hecho el
proyecto que realiza la Jubilee Sailing Trust, propietaria de la nave, es el de
que personas con este tipo de discapacidades compartan la experiencia de
navegar por cualquier mar del mundo junto con personas sin discapacidad alguna en
igualdad de condiciones. Para ello las adaptaciones a bordo son múltiples, desde los accesos para sillas de ruedas en todo el barco hasta un compás con voz junto al timón para permitir su uso a personas con deficiencias visuales.

Arriba: El Lord Nelson durante su salida de la ciudad.
Abajo: El nombre del Lord Nelson corona la popa junto al de su puerto base y al de la organización propietaria de la nave.

(Foto de arriba: Manuel Candal)

Si lo del Lord Nelson es digno de mención, el caso del velero polaco Zawisza Czarny es el no va más; este
coqueto velero de 42 metros de eslora construido en el año 1952 lleva el concepto de la integración más lejos si cabe ya que está
completamente adaptado para una tripulación invidente: Lleva cabos adicionales
de seguridad y explicaciones y diagramas en Braille a lo largo de todo el buque incluyendo los nombres de las velas o los nombres de los cabos y sus funciones.
De esta manera cualquier tripulante del Zawisza Czarny puede realizar prácticamente
cualquier función a bordo del barco.

El velero polaco Zawisza Czarny.

Más sobre la Tall Ships Races en la siguiente entrada…