Mayo, el mes por excelencia en lo relativo a cruceros por estos lares, ha empezado de la mejor manera: con un doblete de naves de pasaje el pasado miércoles protagonizado por el gigantesco y archiconocido Ventura y el discreto e inédito Ocean Adventurer. Lástima que con ellos no viniese el buen tiempo…
El mal tiempo hizo que la escala de los dos buques no levantase gran expectación. Apenas dos gaviotas.
… porque de primaveral tuvo poco la jornada, con una fina pero pertinaz lluvia que acompañó gran parte de la estancia de los dos buques protagonistas de ese día y del post de hoy. Procedente del archipiélago canario el Ventura arribó a primera hora de la mañana con unos 3.300 pasajeros a bordo, que estos días han disfrutado de un crucero de 13 noches de duración iniciado el pasado 21 de abril en el puerto de Southampton y que tras visitar Funchal, Santa Cruz de la Palma, Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife y Arrecife, hacía su ultima parada en aguas gallegas antes de poner fin a la ruta en el día de ayer en el mismo punto de inicio. Tras pasar toda la mañana atracado, a las cuatro y media de la tarde el Ventura se hacía de nuevo a la mar enmedio de una incesante manta de agua que no dejó de caer durante toda la maniobra de salida y que arruinó el trabajo fotográfico de los que nos acercamos a la costa para presenciarla. Más
suerte la próxima vez, que en el caso del Ventura será muy pronto; si
las previsiones se cumplen estará de regreso en la dársena coruñesa el
próximo día 29.
El Ventura durante su salida de la ciudad el pasado miércoles. Por su proa aparece atracado el bergantín polaco Fryderyk Chopin, que realizó una breve escala técnica esta semana en aguas herculinas.

Hoy no me voy a parar mucho en contar las bondades de este espectacular navío por ser de sobra conocidas debido a sus innumerables escalas en la ciudad y porque prefiero darle mayor relevancia al otro componente del dúo crucerístico del pasado miércoles en la ciudad. De todas maneras como está muy próxima la fecha del décimo aniversario de su debut en A Coruña dentro de unos días publicaré un post especial sobre el Ventura.
Y se marchó con lluvia…
El doblete de naves que el pasado miércoles se dio cita en A Coruña fue un tanto atípico puesto que Ventura y Ocean Adventurer no llegaron ni a verse las proas, y cuando el megacrucero inglés abandonaba la ría rumbo a casa, el veterano buque de expedición aún andaba cerca de Sisargas reservando su llegada para última hora de la tarde. Tan peculiar horario obedecía a que la escala del Ocean Adventurer en tierras coruñesas era simplemente para recoger a parte de sus poco más de centenar de pasajeros, que a primera hora de la mañana habían desembarcado en Vilagarcía para realizar las oportunas excursiones. Poco antes de las 8 de la tarde y con la lluvia cobrando un mayor protagonismo el pequeño buque de pasaje atracó en el muelle de trasatlánticos convirtiéndose con esta atípica escala en el primer debutante del año.
Si difícil fue fotografiar la salida del Ventura, en la llegada del Ocean Adventurer hubo que hacer malabarismos con la cámara y el paraguas.
Lo de debutante, siendo cierto, hay que cogerlo con pinzas puesto que si bien es la primera vez que este buque visita nuestro puerto con su actual nombre ya lo había hecho portando otras denominaciones. Y es que este viejo rockero con 43 años sobre sus cuadernas ha tenido a lo largo de su dilatada carrera más identidades que un espía del KGB, y esta comparación no es casual; el Ocean Adventurer es un antiguo integrante de la otrora poderosa flota soviética. Construído en 1975 como Alla Tarasova por los astilleros Brodogradiliste Titovo situados en Kraljevica (Croacia), pertenece a la Mariya Yermolova Class, una serie formada por hasta 8 naves idénticas construídas entre diciembre de 1974 y julio de 1978  de la que nuestro protagonista de hoy ha sido el único en llegar a nuestros días, aunque casi de milagro: en agosto de 2010 y cuando todavía se llamaba Clipper Adventurer chocó contra una roca supuestamente no cartografiada en aguas del golfo de Nunavut (Canadá) que provocó su posterior encalllamiento y daños en los tanques de lastre y de combustible, con vertido incluído. Tras evacuar al pasaje el buque pudo ser rescatado días después por la compañía de salvamento Resolve Marine.
Tras la desmembración de la U.R.S.S. el Alla Tarasova fue
adquirido por la Clipper Cruise Line y rebautizado como Clipper Adventurer. Con esta denominación visitó en varias ocasiones A Coruña como en esta foto que se corresponde a una escala efectuada en 2004. Por aquel entonces lucía un tono más oscuro y un «culo» (con perdón) más estilizado, en ausencia del exagerado «ducktail» que le endiñaron el año pasado para evitar el mosqueo del pasaje por el balance.
 De 4.376
toneladas brutas, el Ocean Adventurer tiene unas dimensiones principales de 100 metros de eslora, 16´24
metros de manga y un calado de 4,65 metros que en sus 6 cubiertas de pasaje
ofrece una capacidad para 132 pasajeros a los que hay que sumar sus 87
tripulantes. De su explotación actual se encarga Quark Expeditions, una compañía con sede en Seattle (E.E.U.U.) fundada en 1991 y especializada en cruceros de expedición por el Ártico y la Antártida. Su flota se compone por una serie de buques que operan en régimen de chárter, entre los que destacan dos potentes rompehielos rusos: el 50 Let Pobedy y el Kapitan Khlebnikov
.
Arriba: El Ocean Adventurer está explotado comercialmente por Quark Expeditions, firma que se dedica a la realización de cruceros polares. 
Abajo: Entre su flota de buques alquilados figura el 50 Let Pobedy («50 años de Victoria») un monstruoso rompehielos ruso con capacidad para navegar por zonas de hielo de hasta 5 metros de espesor. Aguzando la vista en la foto y al lado del nombre podemos ver un símbolo que da un poco de «yuyu»: se trata de un buque de propulsión nuclear.
 
(Foto abajo: John Weller)
Una curiosidad que guarda relación con el Ocean Adventurer es que a pesar de sus discretas dimensiones y de que a priori sus formas guardan nulas semejanzas con los megacruceros actuales, su mera existencia fue muy tenida en cuenta por la poderosa naviera Royal Caribbean cuando puso en servicio la clase Voyager, una serie formada por cinco unidades casi idénticas entre sí que vieron la luz a partir de 1999 convirtiéndose en aquel momento en los buques más grandes y revolucionarios de la industria crucerística. La Voyager Class la forman en orden de aparición los buques Voyager of the Seas (1999), Explorer of the Seas (2000), Adventure of the Seas (2001), Navigator of the Seas (2002) y Mariner of the Seas (2003). Los cinco hermanos lucen nombres que guardan gran relación entre ellos: viajero, marinero, navegante, explorador… todos menos el tercero de la familia que en lugar de ser Adventurer («aventurero») es Adventure («aventura»); ésto se debió a que cuando se botó ya existía un Sea Adventurer (nuestro protagonista de hoy) por lo que Royal Caribbean tuvo que hacer esa sutil variación. El ahora renombrado como Ocean Adventurer partió el miércoles rumbo a Burdeos poco después de las nueve y media una vez que la totalidad de sus pasajeros estuvieron a bordo.

Salvo las que así lo indican, las fotos de esta entrada han sido realizadas
por Diego Veiga. Por favor, respetad la autoría de todas ellas.