El puerto de A Coruña recibió hoy la visita del histórico velero Pascual Flores en la que supone su primera visita a la dársena herculina.

Se trata de una goleta de comienzos del siglo XX que actualmente se dedica a hacer giras culturales por diversos puertos actuando como exposición itinerante. En ella se difunde la historia de los pailebotes usados para transportar sal en la localidad de Torrevieja, donde el buque tiene su base. El material expositivo ha sido diseñado por la Fundación Nao Victoria, en colaboración con el Instituto Municipal de Cultura Joaquín Chapaprieta Torregrosa de Torrevieja. Desgraciadamente debido a las restricciones sanitarias en esta ocasión las visitas al buque no estarán permitidas. El Pascual Flores permanecerá en la ciudad hasta el próximo sábado.

La estancia del histórico velero en la urbe herculina se enmarca dentro del primer viaje internacional del navío tras su restauración, y que la llevará a visitar varios puertos extranjeros tras un breve recorrido por varias localidades españolas como Torrevieja, (donde inició su actual travesía el pasado 30 de junio), Huelva, A Coruña y Santander. La navegación finalizará en Alemania donde el Pascual Flores tomará parte el próximo 9 de agosto en el Festival Marítimo de Bremerhaven, primer certamen de embarcaciones históricas del velero. Tras su “tourneé” por el viejo continente el buque regresará a España en octubre para pasar dos meses en Torrevieja donde se podrá visitar, si las circunstancias lo permiten.

El velero a su llegada hoy a la ciudad, transitando ante el Castillo de San Antón. (Foto: José R. Montero)

El Pascual Flores es un velero de tres palos aparejado en goleta con casco de madera de 210 toneladas de desplazamiento. Cuenta con una eslora de 43´78 metros (incluyendo el bauprés), 8´60 metros de manga y un calado 3´08 metros, alcanzando su palo mayor una altura de 26 metros sobre la cubierta. Sus 10 velas le permiten desplegar una superficie vélica de 415 m2 y cuando Eolo «no colabora» cuenta con un moderno motor para propulsarse.

Un navío con más de un siglo de historia

La historia del velero  Pascual Flores se remonta hasta comienzos del siglo XX.  Fue construido en 1917 por el maestro calafate Antonio Marí Aguirre, alias «EI Temporal», en las playas de Torrevieja. El buque recibe el nombre de su propietario original, puesto que fue un encargo de D. Pascual Flores Benavent, armador valenciano de La Pobla Llarga. En sus primeros años de vida la embarcación se dedicó a la exportación de frutas, sal y carga general, tanto en puertos y fondeaderos mediterráneos, como en la costa norte y oeste de África. A lo largo de los años la embarcación fue cambiando de dueños y sufrió importantes modificaciones estructurales, siendo la principal de ellas su cambio de propulsión de vela a motor.

Ya retirado del cabotaje el Pascual Flores acabó sus días en Reino Unido cuando fue adquirido por un armador inglés cuya intención era devolverle su aspecto original. Ese fue el primer intento (y desgraciadamente no el último) de devolverle al Pascual Flores el esplendor de antaño pero los trabajos no pudieron llevarse a cabo por su alto coste económico y el buque permaneció abandonado a su suerte languideciendo en el puerto de Milford Haven.

El Ayuntamiento de Torrevieja entra en escena

Es en este punto de la historia cuando entra en escena el Ayuntamiento de Torrevieja, principal impulsor de que este tesoro nacional regresara a España. A finales de la década de los 90 la villa alicantina buscaba una embarcación tradicional con el objetivo de convertirla en un símbolo de la construcción naval de la región y en el buque insignia de la ciudad.

En febrero de 1999 el entonces alcalde del consistorio torrevejense, Pedro Hernández Mateo, firmó el protocolo para la compra del barco por valor de un millón de euros.  El barco fue llevado posteriormente desde el canal de Bristol hasta la localidad alicantina para proceder a su remodelación.

Tras numerosos estudios los trabajos se iniciaron en 2005, capitaneados por el maestro calafate Antonio Carrasco y supusieron en la práctica reconstruir el navío prácticamente desde cero debido al mal estado en el que se encontraba. Estos no estuvieron exentos de críticas, por el elevado coste que supuso devolver a la vida el barco. En total se gastaron unos 4´5 millones de euros de las arcas públicas. Finalmente el renovado Pascual Flores se botó al agua en 2007 en lo que parecía el feliz final de una bonita historia que suponía salvar un pedacito del inmenso legado marítimo al que este país da la espalda una y otra vez. Nada más lejos de la realidad.

Restaurar una obra de arte… para dejar que se pudra de nuevo

Nunca hay que perder de vista el contexto en el que transcurren las historias y ésta, no lo olvidemos, se desarrolla en España, tierra de grandes hazañas, si, pero en la que históricamente la chapuza y la picaresca campan a sus anchas. La crisis financiera mundial de 2008 supuso la paralización de incontables proyectos e inversiones en todo el país, incluso de los servicios más esenciales, así que pueden imaginarse lo que le pasó al cacareado proyecto del “buque escuela de Torrevieja”. El renacido Pascual Flores quedó abandonado a su suerte una vez más.

Lo peor no fue su falta de uso sino su abandono total, lo que se tradujo en un mantenimiento nulo durante meses que provocó que en poco tiempo se echara a perder el costoso (en tiempo y dinero) trabajo realizado. Todo el esfuerzo de años atrás prácticamente tirados a la basura por la dejadez y falta de visión de los políticos de turno. ¿Les suena la historia?

En septiembre de 2017 el palo de mesana del Pascual Flores se hundía más de un metro y quedaba sujeto simplemente por los obenques debido a que la madera estaba completamente podrida. Este suceso obligó a la retirada de toda su arboladura como medida de precaución y muchas eran las voces que auguraban un triste final para el velero semihundido en su eterno amarre. Casi 6 millones de euros entre gastos de compra y renovación tirados literalmente al fondo del Mediterráneo. This is Spain

La Fundación Nao Victoria al rescate

Desde que el Pascual Flores quedara inutilizado por falta de fondos la corporación local trató de buscar una salida al histórico velero. Entre los numerosos contactos establecidos la opción preferencial siempre fue la de la Fundación Nao Victoria pero pese a los numerosos intentos que hubo durante años, las conversaciones con esta institución nunca llegaron a buen puerto.

Esta entidad sin ánimo de lucro se dedica a la promoción y difusión de hechos históricos relacionados con la navegación mediante la construcción de réplicas de barcos históricos que navegan por los puertos de todo el mundo. Entre su flota de réplicas la Fundación cuenta la Nao Victoria (1992), el Galeón Andalucía (2010) o la más reciente Nao Santa María (2018).

Finalmente tras arduas negociaciones el 30 de octubre de 2020 el ayuntamiento de Torrevieja anunció el ansiado acuerdo. El contrato estableció la cesión del Pascual Flores a la Fundación Nao Victoria por espacio de cuatro años prorrogables y el pago de 150.000 euros por parte del consistorio. La Fundación a cambio se comprometió a acometer las reparaciones oportunas para poner de nuevo en valor al velero y adaptarlo para su uso como exposición itinerante con el objetivo de mostrar la historia marinera de Torrevieja en aquellos puertos que visite.

A finales de 2020 el buque abandonaba el puerto de Torrevieja, su casa durante más de una década, para dirigirse los astilleros de Punta Umbría (Huelva), donde se llevaron a cabo los trabajos de renovación del velero. Estos  implicaron la intervención de más de 100 profesionales entre carpinteros, calafates, soldadores, herreros, ingenieros y servicios auxiliares que de nuevo dejaron al Pascual Flores en perfecto estado de revista.

La renovación del Pascual Flores tuvo lugar este invierno en los astilleros onubenses de Punta Umbría. (Foto: Fundación Nao Victoria)

Esperamos que en esta nueva «vuelta a la vida» el Pascual Flores continúe navegando durante muchos años y que los aficionados al mundo naval podamos seguir disfrutando mucho tiempo con su bellísima estampa surcando las aguas.

(Foto portada: José R. Montero)